Subastada por 170.000 dólares: la bancarrota de este fabricante de bicicletas y motos eléctricas ha destrozado finalmente un proyecto con potencial

Si hace unos meses se comunicaba el concurso de acreedores, ahora ya se sabe el precio de ventas de sus activos por una cifra muy baja en comparación con los 7.000.000 euros que debía.

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Fuell quebró, y apenas ha conseguido recuperar una ínfima parte de la inversión recibida.
02/10/2025 10:00
Actualizado a 02/10/2025 10:00

La promesa de “reinventar la movilidad urbana” se convirtió en un final amargo para Fuell, la empresa de bicicletas y motocicletas eléctricas creada por el legendario diseñador de motos Erik Buell. Tras declararse en bancarrota en octubre de 2024, sus activos han sido subastados por apenas 170.000 dólares, una cifra irrisoria frente a los casi 7 millones de dólares que debía a sus acreedores.

De la ambición a la liquidación

Fuell nació con grandes aspiraciones. Sus bicicletas eléctricas Flluid y su moto eléctrica urbana Fllow buscaban posicionarse en la gama prémium del mercado de la micromovilidad, apostando por un diseño y una autonomía en un nivel superior. Para financiar su crecimiento, la empresa recurrió a varias rondas de crowdfunding, con las que recaudó varios millones de dólares y atrajo la atención de entusiastas de la movilidad eléctrica.

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Apuntaba alto, pero se ha quedado por el camino.

Sin embargo, las promesas se quedaron cortas. Los retrasos en la producción, la falta de una red de distribución sólida y la feroz competencia del sector debilitaron el proyecto. Tras la quiebra, la compañía terminó en manos de una subasta pública que dejó muy poco para repartir entre quienes habían confiado en ella.

Lo que se vendió en la subasta

Los bienes de Fuell se liquidaron en varios lotes. Entre lo más valioso estuvo la propiedad intelectual de la marca, incluyendo su sitio web, patentes y el propio nombre Fuell, que alcanzaron cerca de 50.000 dólares.

Además, se subastó un pequeño stock de bicicletas eléctricas. Los modelos Flluid se vendieron por entre 1.150 y 1.600 dólares, mientras que las plegables Folld se adjudicaron por tan solo 475 dólares cada una. En contraste, estos productos habían sido comercializados originalmente como ebikes de alta gama.

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Ha recuperado muy poco dinero en comparación con la enorme deuda que acumula.

El resto de los ingresos provinieron de activos menores como herramientas de taller y mobiliario de oficina. Tras deducir los 38.000 dólares de comisión de la casa de subastas y otros gastos administrativos, la cantidad disponible para los acreedores resultó mínima.

Un golpe para los inversores y clientes

Para quienes habían apoyado la marca mediante preventas o campañas de financiación colectiva, el desenlace fue especialmente frustrante. Algunos compradores denunciaron que sus pedidos quedaron abandonados en almacenes sin posibilidad de recuperar el dinero invertido.

Este fracaso se suma a una serie de tropiezos recientes en la industria de las ebikes, que vive un proceso de ajuste tras el boom experimentado durante la pandemia. Muchas start-ups no lograron escalar sus operaciones ni competir con gigantes como Giant, Specialized o Trek, ni con nuevos actores chinos que ofrecen bicicletas más económicas y con respaldo industrial.

Un final que deja lecciones

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Pese al respaldo y el potencial, a veces ni siquiera eso es suficiente.

El caso Fuell evidencia los riesgos de apostar por proyectos visionarios sin una base financiera e industrial sólida. Aunque la idea de ofrecer bicicletas y motos eléctricas prémium era atractiva, el mercado actual demanda no solo innovación, sino también precios competitivos, soporte posventa y producción a gran escala.

La movilidad eléctrica ligera sigue siendo un sector con enorme potencial, clave para reducir emisiones y transformar las ciudades. Sin embargo, la historia de Fuell muestra que no todas las marcas están preparadas para sobrevivir en un entorno cada vez más exigente.

Conclusión

La bancarrota de Fuell simboliza el final de una era de euforia en la micromovilidad y el inicio de una etapa más madura, donde solo las empresas capaces de combinar diseño, escalabilidad y confianza lograrán mantenerse en pie.