Elon Musk consigue que algunos clientes vuelvan al diésel y no es solo por su paso por la política: ha hecho de Tesla un fabricante atípico

Un informe de S&P Global revela que Tesla no presenta nuevos modelos desde 2019 y muchos de sus clientes optan por otras marcas e, incluso, algunos vuelven a modelos de combustión.

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Tesla se resiente en la fidelidad de sus clientes por varias causas, también por el auge de la competencia. Copilot
05/10/2025 11:00
Actualizado a 05/10/2025 11:00

Tesla atraviesa una fase delicada después del paso de su CEO, Elon Musk, por la política  y a pesar del enorme incentivo que la marca ha ofrecido al magnate para que se dedique en cuerpo y alma a ella. Esta caída notable de la lealtad entre sus usuarios queda en evidencia en las conclusiones de un estudio de S&P Global, en EE.UU. La tasa de fidelización de clientes de Tesla cayó un 9,4% en el segundo trimestre de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior, desplazando a la marca por debajo de rivales tradicionales como Ford.

El informe indica que solo algo más de la mitad de los propietarios (52,1%) vuelven a adquirir un vehículo Tesla al renovar, frente al 67% que lo hacía en 2022-2023. Entre quienes cambian, la mayoría elige otro coche eléctrico de otra marca; sin embargo, una porción relativamente pequeña (aunque llamativa) opta por dar marcha atrás hacia motores de combustión: un 28% se inclina por híbridos y un 3% regresa al diésel.

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Los clientes de Tesla que quieren comprar otro se encuentran prácticamente con el mismo coche que tienen en el garaje.

Un fabricante atípico

Tesla rompe con el esquema habitual del sector. A diferencia de los fabricantes tradicionales, cuya estrategia pasa por renovar la gama con nuevas generaciones cada pocos años, la compañía dirigida por Elon Musk se centra en un planteamiento distinto: desarrolla una base tecnológica sólida y la refuerza constantemente mediante actualizaciones de software.

Más que un constructor de automóviles convencional, Tesla funciona como un creador de sistemas digitales y redes energéticas, donde el coche es solo una pieza dentro de un ecosistema más amplio.

Este planteamiento genera un efecto curioso en el momento de la recompra. Quien acude a por un nuevo Tesla no suele encontrar un vehículo radicalmente distinto al que ya posee, sino prácticamente el mismo, apenas con ligeros cambios estéticos. Lo que realmente ha evolucionado en ese tiempo está oculto bajo el ‘capó digital’: funciones inéditas, mejoras de seguridad y nuevas prestaciones que llegan a través de actualizaciones remotas.

Sin embargo, esa transformación intangible no siempre logra transmitir la sensación de novedad que muchos conductores buscan al cambiar de coche.

Además, Tesla enfrenta un contexto algo tóxico: las decisiones y apariciones públicas del fundador Elon Musk han polarizado opiniones, y muchos clientes citan esta dimensión como un factor en su distancia emocional con la marca. En un mercado donde lo técnico y lo simbólico confluyen, la percepción cada vez pesa más.

La otra cara de esa pérdida de lealtad se refleja en las cifras comerciales. En Europa, las ventas de Tesla han caído drásticamente: en julio de 2025, en mercados clave como Reino Unido, Alemania o Francia, las entregas cayeron entre un 27% y un 60% según el país. Mientras tanto, rivales como BYD reportan crecimientos de más del 200% y captan cuota con nuevos modelos agresivos.

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Evolución de la fidelidad de clientes (Tesla vs Ford).

No basta con ser pionero: el liderazgo en movilidad depende de renovar, diversificar y conectar con usuarios que demandan avances tangibles, no solo mejoras de software. Que parte de los antiguos propietarios de Tesla regresen al diésel, aunque sea en porcentajes bajos, funciona como señal de que el vehículo eléctrico no está aún exento de la tentación del motor tradicional, especialmente cuando el precio, la oferta o la experiencia no convencen.

El futuro de Tesla va a depender de su capacidad para reconquistar la confianza perdida. Si logra presentar modelos disruptivos, expandir su catálogo y moderar sus decisiones fuera del automóvil, podría reconducir la narrativa. Pero en un sector donde la competencia eléctrica apremia y otras marcas ya ofrecen opciones más modernas, quedarse estático puede costarle el posicionamiento que tanto le costó alcanzar.