Un dato que está llamando la atención en los mercados es que los principales apoyos de Tesla (NASDAQ: TSLA), excluyendo a Elon Musk, han liquidado más de la mitad de sus acciones en los últimos doce meses. La información se ha recogido por medio de los registros públicos obligatorios de compraventa de acciones por ejecutivos y miembros del consejo, contrastando los datos de 2024 con los de 2025.
Una reducción drástica
En 2024, los directivos y consejeros de Tesla (excluyendo a Elon Musk) acumulaban 11,6 millones de acciones. En la última declaración anual, esa cifra cayó a apenas 5,4 millones, lo que supone una reducción de más del 50%, equivalente a unos 2.000 millones de dólares al precio actual de mercado.

El caso más llamativo es el de Tom Zhu, jefe de Operaciones Globales de Tesla, y durante un tiempo considerado el “número dos” del CEO, Elon Musk. Zhu redujo su participación en un 82% en apenas un año. Otros nombres relevantes como Robyn Denholm, presidenta del consejo, e Ira Ehrenpreis, inversor de larga trayectoria en Tesla, también vendieron grandes bloques.
En contraste, el único miembro que aumentó ligeramente su posición fue Joe Gebbia, cofundador de Airbnb y consejero de Tesla, aunque su compra de unos 4.000 títulos (con un valor aproximado de 1 millón de dólares) resulta simbólica frente a su patrimonio y al tamaño de las desinversiones de sus colegas.
Factores detrás de las ventas

Una parte de la reducción en participaciones corresponde a la cancelación de las stock options de consejeros (compensación en materia de acciones), tras un acuerdo legal en el que Tesla resolvió un litigio con accionistas que denunciaban sobrecompensación. Sin embargo, incluso descontando ese efecto, la magnitud de la liquidación es significativa.
El movimiento se produce en un contexto en el que Elon Musk ha reiterado que Tesla está destinada a convertirse en la empresa más valiosa del mundo gracias a la conducción autónoma y a los robots humanoides. No obstante, muchos analistas permanecen escépticos y señalan la ralentización en el ritmo de innovación y la debilidad de la división de vehículos eléctricos, que se enfrenta a una creciente competencia de los fabricantes chinos, pero también de los tradicionales.
¿Señal de desconfianza interna?
La venta de acciones por parte de altos cargos de Tesla e importantes inversores suele interpretarse como una pérdida de confianza en las perspectivas a corto o medio plazo. Aunque puede obedecer a motivos personales o de diversificación patrimonial, la magnitud y simultaneidad de las operaciones en Tesla genera dudas.
Todo esto en un momento en el asistimos a un discurso público de Elon Musk en el que insiste en la inminencia de avances disruptivos, y que alimenta la percepción de que los ejecutivos más cercanos no comparten su nivel de optimismo respecto a los ingresos que la autonomía o la robótica puedan aportar en los próximos años a la compañía.
Tesla mantiene un fuerte respaldo de fondos institucionales y continúa cotizando en niveles altos pese a la corrección del sector del vehículos eléctrico. Pero el hecho de que sus propios líderes se estén desprendiendo masivamente de acciones puede anticipar trimestres complicados. Sin nuevos modelos a corto plazo y con la presión de la competencia, el mercado podría empezar a reevaluar las expectativas que hasta ahora han sostenido el valor por acción de Tesla.