El coche eléctrico esconde un reto que puede tener consecuencias a nivel mundial. El avance tecnológico ha logrado superar las dos grandes preocupaciones de todo aquel que se proponía hacerse con uno. La escasa autonomía que proporcionaba la primera generación, únicamente apropiada para zonas urbanas, y la lentitud de la recarga. Hoy, tenemos coches capaces de recorrer más de 500 kilómetros con cada carga y recuperarla en apenas 15 minutos.
Sin embargo, hay una ‘parte’ de los coches eléctricos, escondida bajo el manto de la cadena de proveedores necesaria para su fabricación que preocupa a la industria. La dependencia de minerales críticos como el litio, cobalto, níquel, grafito o las tierras raras puede convertirse en un muro contra el que hay que evitar chocar. Estos elementos esenciales para baterías y componentes eléctricos. No son abundantes en la corteza terrestre. Su escasez y su puntual localización geográfica da lugar a monopolios que amenazan el despliegue masivo de los vehículos eléctricos.

La procedencia de los principales materiales críticos
La materia prima necesaria para fabricar baterías se concentra en pocos países. Por ejemplo, el cobalto procede mayoritariamente de la República Democrática del Congo, que controla el 65% de la producción global. Australia, Chile y China dominan la extracción de litio. El Gigante Asiático también lidera la refinación de grafito (más del 90%) y de las tierras raras (cerca del 92%) . Esta concentración convierte hace muy vulnerable a Occidente ante hipotéticas restricciones geopolíticas o variaciones de la oferta.
Un estudio del FMI alerta de que esta vulnerabilidad “podría frenar la transición energética”. Si uno de los suministradores clave, restringiera las exportaciones, la capacidad de fabricación europea se vería drásticamente reducida.
China destaca por usar su posición como arma estratégica. Controla alrededor del 70% de la minería de tierras raras y domina el refinado de cobalto, litio, grafito y las tierras raras. Además, proyectos recientes en China han descubierto enormes reservas de cobre, otro mineral clave para coches eléctricos, lo que eleva aún más su influencia. En lugares como la RDC, se observa otro tipo de coste social: condiciones laborales precarias, explotación infantil y financiamiento de conflictos armados en torno al coltán, un mineral clave para condensadores electrónicos
La UE ha reaccionado con la Ley de Materias Primas Críticas, que promueve la extracción y refino dentro de Europa. Siete de los 47 proyectos estratégicos se localizan en España, destacando iniciativas en Extremadura, Galicia o Castilla‑La Mancha.

Estrategias para controlas los costes de fabricación
La volatilidad en los precios agrava el problema. En 2024, el litio enfrentó un exceso de oferta originado en China y la caída de las ventas globales de vehículos eléctricos. Así, por ejemplo, el níquel perdió un 63% de valor desde 2022. Al mismo tiempo, las compañías mineras de materiales críticos alcanzaron ganancias bursátiles de más del 60%, reflejando la tensión entre la abundancia teórica y el control real del mercado.
Desde la AIE se advierte que un aumento similar al ocurrido en 2010 con las tierras raras cuando los precios se dispararon hasta 10 veces en respuesta a restricciones chinas lo que podría encarecer las baterías en un 45%.
Ante esta realidad, la estrategia europea y global avanza en varias líneas. En primer lugar se busca una diversificación de suministro con inversiones en nuevos yacimientos en Sudamérica, Australia, África y Europa, así como acuerdos bilaterales para evitar la concentración.
Se buscan además químicas alternativas de baterías con tipologías como el LFP (litio‑ferrofosfato) que elimina el cobalto y reduce el níquel, aunque a costa de menor densidad energética. También están en desarrollo baterías de iones de sodio y técnicas de extracción directa de litio.
Otra línea de trabajo es el reciclaje y la economía circular. Hoy apenas se recicla el 1% del litio, aunque las proyecciones (como la Ley Europea de Materias Primas Críticas) apuntan a cubrir entre el 25 % y el 30 % del consumo con material reciclado para 2030–2040. Empresas como Redwood Materials en EE UU y Li‑Cycle en Alemania lideran esta tarea. España, junto a Glencore e Iberdrola, también ha impulsado proyectos de reciclaje.
Las líneas de investigación basadas en la reducción de materiales buscan mejoras tecnológicas que permitan reducir el uso de materiales como plata, silicio o tierras raras en los componentes eléctricos.
Por último, las políticas de restricción comercial como la de Europa, que ya impone restricciones a la entrada de minerales refinados en China y negocia importaciones desde Chile, Argentina o países nórdicos tratan de controlar la dependencia de países ‘problemáticos’.