A mediados del siglo XIX en Estados Unidos ocurrió un fenómeno social conocido popularmente como la fiebre del oro, desencadenado una migración masiva y una alteración en la comercialización del dorado elemento. Hoy, vivimos otra fiebre, la de las tierras raras. Los elementos más extraños del planeta se han convertido en un bien muy preciado y en una de las monedas de cambio más influyentes de la economía. Todo el mundo trata de hacerse con el control, aunque China ostenta el poder. Se avecina una gran lucha por su control, la industria teme una nueva crisis, pero en Hyundai están tranquilos porque han hecho bien el trabajo.
Antes de nada, ¿a qué se considera tierra rara? En realidad son más abundantes de lo que su nombre hace pensar, pero su empleo es todavía ‘raro’ si tenemos en cuenta el uso mayoritario de otros compuestos como el aluminio. Son un total de 17 elementos químicos que, aunque parezca extraño, no son tierras. A pesar de ello, esa es su terminación popular. Estos elementos son conocidos por su propiedades magnéticas, ópticas, luminiscentes y electroquímicas. Son indispensables para una amplia gama de tecnologías modernas. En el caso particular del coche eléctrico son indispensables para los motores.

Hyundai tiene reservas de tierras raras para aproximadamente un año
Es por eso que toda la industria se pelea por controlar su extracción, refinamiento y comercialización. China es la mejor colocada. El país cuenta con una extensa capacidad de extracción de estos extraños compuestos. Además, los chinos han conseguido hacerse con el control de muchas de las refinerías y minas de explotación de tierras raras repartidas por África. El Gobierno de Xi Jinping sabe que tiene la sartén por el mango y aplica un estricto control sobre el uso de esos materiales. La guerra comercial y arancelaria con Estados Unidos está causando un gran revuelo a escala global. China ha limitado el acceso a las tierras raras.
El movimiento defensivo podría desatar una oleada de problemas para la industria del automóvil. Muchos aseguran que estamos ante la nueva crisis, pero que la de los chips que asoló al sector a principios de la década. China ha cortado el grifo y se prevé un cuello de botella que pueda llegar a paralizar las fábricas. Sin los componentes necesarios no se puede fabricar un coche. Algunas regiones han entrado en pánico ante la falta de recursos. Todo el mundo busca nuevos proveedores que no estén bajo la influencia de los chinos. Algo difícil de conseguir en estos tiempos de globalización. Un fabricante sí parece haberlo logrado, Hyundai.

Los coreanos respiran con cierta tranquilidad ante la llegada de esta nueva crisis industrial. El fabricante ya ha comunicado a sus inversores que pueden estar tranquilos. Hyundai ha acumulado reservas de tierras raras para algo más de un año de producción. No esperan que sus cadenas de montaje se vean afectadas a corto plazo tras haber cortado China el grifo de las tierras raras. Los coreanos parecen los mejor posicionados para escapar de la crisis que ya está afectando a Ford o BMW. Al igual que con la crisis de los chips, los coreanos parecen adelantarse a todos los problemas.