Los objetivos eléctricos fijados por la Unión Europea pesan sobre la industria como una losa. Con un margen tan estrecho de tiempo, la industria tiene que encontrar una solución que reduzca los precios de los coches eléctricos para así poder llegar a más clientes. En estos momentos, no hay una solución clara, aunque sí hay alternativas que pueden hacer más asequible la compra. El Grupo Stellantis es uno de los más activos en la búsqueda de objetivos eléctricos y, con el fin de ofrecer su gama con precios más razonables, ha optado por equipar baterías LFP en sus modelos más baratos.
Hasta ahora, la industria del automóvil europea se ha decantado por las baterías de litio ricas en níquel y cobalto como la solución más corriente para los coches eléctricos. Sin embargo, estamos hablando de una tecnología que no resulta especialmente económica. El precio de las materias primas ha disparado su precio y el año pasado se puso fin a una racha positiva de más de una década. Por primera vez desde 2010, el precio del kWh de baterías se incrementó con respecto al año anterior. Los conflictos internacionales y el empuje de la industria china están resultando factores determinantes.
China tiene actualmente el monopolio de la fabricación de baterías para coches eléctricos. Ellos tienen la industria, la mano de obra y la materia prima. Europa está perdiendo una batalla que se presenta esencial para los próximos años. Además, muchas compañías se están viendo atraídas por Estados Unidos para fijar allí sus instalaciones, mientras que los nuevos fabricantes chinos empiezan a tomar posiciones en el Viejo Continente. La Unión Europa no parece que vaya a tomar soluciones rápidas o efectivas y, por eso, los fabricantes tienen que buscar fórmulas alternativas para ampliar el volumen de ventas.
Carlos Tavares, el CEO del Grupo Stellantis, es una de las voces más críticas con respecto a la política europea. “Necesitamos LFP y tendremos LFP porque es una posición competitiva en costes para fabricar coches asequibles para las clases medias". Las baterías de litio ferrofosfato son comunes en eléctricos asequibles y en vehículos híbridos. Históricamente denostadas por su bajo rendimiento, la evolución que han sufrido ha hecho que se vean con otros ojos. Tesla las emplea en gran parte de la gama y, recientemente, Ford ha anunciado su uso en el Mustang Mach-E para abaratar significativamente el precio.
Tavares no ha fijado plazos para la llegada de los nuevos eléctricos con baterías LFP, pero sí ha comentado que se equiparán en los modelos más asequibles de Peugeot, Citroën, FIAT y Opel. Sin embargo, eso no libera a Europa de la dependencia china. Las estimaciones apuntan a que el país asiático será el responsable del 99,5% de la producción de baterías LFP del mundo. A largo plazo, el principal peso seguirá ahí pues numerosos expertos reconocen que el 97% de la capacidad de producción seguirá en China en 2030.
El ahorro de costes estimado por el empleo de baterías LFP se calcula entre un 10% y un 15%. Si tenemos este baremo en cuenta y nos fijamos en un Peugeot e-208, por ejemplo, podemos prever que la factura final se pueda reducir en aproximadamente 3.000 euros para las versiones de acceso, quedando un precio en torno a los 29.000 euros. Una cantidad que sigue siendo elevada con respecto a un coche térmico, pero más justificable a ojos de la audiencia.
