El paso de Carlos Tavares por la dirección de Stellantis quedará registrado como uno de los episodios más intensos de la industria automovilística reciente. El ejecutivo luso estuvo al frente del grupo desde enero de 2021 hasta su dimisión en diciembre de 2024. En esos casi cuatro años impulsó una hoja de ruta ambiciosa, centrada en la plena electrificación, cuyo alcance final no alcanzó las expectativas fijadas inicialmente.
Aunque durante su mandato la compañía registró resultados financieros robustos, se instaló una sensación creciente de falta de una dirección clara a largo plazo. En marzo de 2022 Tavares reveló el plan “Dare Forward 2030”, que situaba al vehículo 100% eléctrico como pilar estratégico. Pero, con su salida, el coche eléctrico dejó de ser el eje exclusivo de la estrategia de Stellantis.

Se aleja el objetivo 100% eléctrico de 2030
Stellantis ha anunciado un cambio de rumbo en su estrategia de electrificación: el grupo ya no perseguirá la meta de comercializar únicamente vehículos eléctricos en Europa en 2030. Según indica Reuters, la decisión, avanzada por Jean-Philippe Imparato durante el pasado Salón de Múnich, refleja lo que la compañía considera un desfase entre los planes estratégicos fijados hace tres años y la realidad del mercado y la normativa.
El objetivo formaba parte del plan Dare Forward 2030, presentado en 2022, que contemplaba el despliegue de decenas de modelos cero emisiones y ambiciosas cifras de ventas. Esa hoja de ruta preveía una ofensiva eléctrica con hasta 75 modelos ‘cero emisiones’ y metas altas de entregas en varios mercados; sin embargo, la compañía reconoce ahora que las condiciones externas (demanda, costes, infraestructura y regulación) han complicado el cumplimiento de esos plazos.
Fuentes de Stellantis han explicado que el fabricante mantendrá inversiones en vehículos eléctricos, pero reorientará parte de sus recursos hacia soluciones “mixtas”: híbridos enchufables y tecnologías intermedias que permitan mayor flexibilidad. Además, la empresa subraya que pondrá el acento en desarrollos técnicos que reduzcan costes y mejoren la autonomía real, incluida la investigación en baterías y arquitectura eléctrica.
Ejemplo de esa apuesta técnica es el reciente prototipo de batería IBIS, presentado por la compañía y que integra inversor y cargador dentro de la propia batería para mejorar eficiencia y reducir peso.
La decisión se produce en un contexto de incertidumbre industrial. Ejecutivos de Stellantis han pedido a las instituciones europeas mayor flexibilidad y apoyo para la transición, argumentando que los objetivos regulatorios, en particular las metas de emisiones anunciadas para 2035, resultan hoy “difíciles de alcanzar” para buena parte del sector sin medidas de acompañamiento industrial y energético. Este mensaje, trasladado por los responsables del grupo, pone sobre la mesa la tensión entre ambición climática y viabilidad industrial.

Analistas y medios del sector coinciden en que la revisión de Stellantis no es un rechazo a la electrificación, sino una corrección de tiempos y prioridades. La industria europea afronta varios retos simultáneos: competencia de fabricantes globales, especialmente los chinos, en precio y volúmenes, incertidumbre sobre incentivos públicos, y la necesidad de adaptar plantas y cadenas de suministro a la nueva arquitectura eléctrica. En ese sentido, según Financial Times, financieros y periodistas especializados recuerdan que algunos objetivos previos ya se habían amagado a retrasar por razones de mercado.
La decisión puede traducirse en una oferta más plural en los próximos años: modelos eléctricos en segmentos clave, pero también híbridos avanzados y versiones con soluciones de electrificación parciales que reduzcan la factura tecnológica. Stellantis, que agrupa marcas como Peugeot, Fiat, Jeep y Opel, afronta ahora el doble reto de mantener competitividad global y justificar ante inversores y reguladores su capacidad para reducir emisiones sin dañar la viabilidad industrial.
La corrección de rumbo de Stellantis es una señal de que la transición hacia un parque de vehículos totalmente eléctrico en Europa no será lineal ni homogénea. La compañía promete seguir invirtiendo en electrificación, incluida la mejora de baterías y reducción de costes, pero reclama que esa transformación se gestione de forma que preserve la capacidad productiva y el empleo en el continente.