Tesla suplica para que se mantenga la normativa anticontaminación, pero Elon Musk apoyó al peor enemigo

El fabricante de coches eléctricos Tesla está en pleno declive, y necesita que se mantengan vigentes los plazos y planes de descarbonización establecidos, algo que Donald Trump no quiere ver.

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Elon Musk necesita que haya normativas que beneficien a Tesla.
29/09/2025 11:30
Actualizado a 29/09/2025 11:34

Tesla ha pedido a las autoridades medioambientales de Estados Unidos que mantengan vigentes los actuales estándares de emisiones de gases de efecto invernadero aplicables a los vehículos nuevos. La compañía considera que estas normas son esenciales para acelerar la transición del mercado hacia los automóviles eléctricos y cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la Administración Biden.

Un pilar de la política climática estadounidense

Las regulaciones finalizadas durante el mandato de Joe Biden establecen que más del 50% del mercado automovilístico estadounidense debería estar compuesto por modelos 100% eléctricos en 2032. Para Tesla, líder en ventas de vehículos eléctricos en EEUU, estos estándares son “un ejercicio legal de la autoridad que el Congreso otorgó a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para regular los gases de efecto invernadero de los nuevos vehículos de motor”.

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Elon Musk busca hacer las paces con Donald Trump.

En una presentación regulatoria publicada por la EPA, Tesla “anima respetuosamente” al organismo a no rescindir la Declaración de Peligro que sustenta la normativa, argumentando que “es legal, se basa en un sólido registro fáctico y científico, y ha sido una parte establecida de la ley federal durante más de quince años”.

Respuesta al giro regulatorio

El llamamiento de Tesla llega en un contexto de incertidumbre regulatoria. La EPA estudia derogar la “conclusión de peligro” como parte de una serie de acciones impulsadas bajo la presidencia de Donald Trump para reducir el apoyo federal (las subvenciones en forma de créditos fiscales) a los vehículos eléctricos. De prosperar, esta decisión podría debilitar uno de los principales instrumentos para reducir las emisiones del transporte, sector responsable de cerca de un tercio de los gases de efecto invernadero en Estados Unidos.

Para Tesla, revertir la normativa supondría un retroceso no solo en la lucha climática, sino también en la competitividad industrial estadounidense, al desincentivar las inversiones en tecnologías limpias y frenar el despliegue de infraestructuras para el coche eléctrico.

Impacto en la industria del automóvil

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Tesla está viendo peligrar su reinado en la industria del automóvil, también en EEUU.

Los estándares actuales han obligado a los fabricantes tradicionales a acelerar sus planes de electrificación. Ford, General Motors o Stellantis han anunciado decenas de miles de millones en inversiones para lanzar nuevas gamas de vehículos eléctricos y cumplir con los objetivos federales. Si se debilitan las reglas, el ritmo de esta transición podría ralentizarse, lo que afectaría tanto a la reducción de emisiones como a la creación de empleo en nuevas cadenas de suministro.

Tesla, por su parte, ha sido la mayor beneficiaria del marco regulatorio vigente. Sin embargo, su defensa de las normas no responde únicamente a intereses corporativos. La compañía de Elon Musk argumenta que un mercado con reglas claras y exigentes favorece la innovación, reduce la dependencia del petróleo y coloca a Estados Unidos a la vanguardia de la movilidad eléctrica.

Una decisión clave para 2032

La EPA prevé pronunciarse sobre la continuidad de la Declaración de Peligro en los próximos meses. Su resolución será clave para saber si el país mantiene el compromiso de que más de la mitad de los coches nuevos vendidos en 2032 sean eléctricos, o si, por el contrario, se relajan los objetivos y se retrasa la descarbonización del transporte, algo que parece que también va a ocurrir en Europa debido a la presión de los fabricantes tradicionales.

Para Tesla y otros actores del sector, la decisión marcará el ritmo de la transición energética y la capacidad de Estados Unidos para cumplir sus metas climáticas.