El MySE18.X-20MW, desarrollado por Mingyang Smart Energy, es actualmente el aerogenerador marino más potente fabricado hasta la fecha, con una capacidad de hasta 20 MW. Instalado hace aproximadamente un año en la provincia china de Hainan, este gigantesco dispositivo cuenta con un diseño modular y ligero que permite generar energía según la demanda. Sus palas, de 128 m de longitud, que suponen un diámetro de rotor entre 260 y 292 metros, equivalentes a la longitud de 9 campos de fútbol.
Este titán eólico puede producir unos 80 GWh al año, suministro suficiente para cubrir el consumo eléctrico de cerca de 96 000 hogares, al mismo tiempo que evita la emisión de 66 000 toneladas de CO₂ al año. Diseñado para resistir condiciones extremas, la turbina es adecuada para zonas con vientos intensos y es capaz de soportar la fuerza de tifones con velocidades cercanas a los 80 m/s (La magnitud de sus palas, que rozan casi los 300 metros de diámetro, la convierte en un hito tecnológico en la eólica marina.

Una máquina gigante con un efecto inesperado
El emplazamiento fue elegido con precisión, aprovechando corrientes de viento potentes y una separación adecuada de la plataforma continental, lo que permite extraer energía con eficiencia minimizando el impacto sobre ecosistemas marinos Destaca también la estructura modular, diseñada para resistir condiciones extremas como tifones; estudios apuntan que la turbina está preparada para soportar rachas de hasta 79,8 m/s, lo que garantiza su operatividad incluso en entornos climáticos drásticos.
No obstante, su puesta en marcha ha provocado un fenómeno inesperado. Diversos estudios, como el publicado por The Diary 24, revelan que las turbinas de gran tamaño pueden alterar los parámetros del clima. Los datos revelan alteraciones en los patrones de viento y en la distribución de temperatura en los alrededores, afectando potencialmente el ecosistema costero y el microclima local.
Aunque no es raro que los aerogeneradores afecten el aire circundante, el tamaño excepcional de esta estructura ha amplificado esos efectos, lo que ha llevado a científicos y ambientalistas a emprender estudios detallados sobre posibles repercusiones en los patrones climáticos regionales.
Los investigadores ya han puesto en marcha estudios para comprender el alcance de estos cambios y evaluar su impacto ambiental. Como consecuencia de los datos que se están obteniendo, los expertos subrayan la necesidad de estudios ambientales profundos que evalúen posibles impactos ecológicos, sin desmerecer el avance técnico y energético que supone este proyecto.
Si bien la nueva turbina offshore de 20 MW de Mingyang marca un hito en la generación eólica, con impactos energéticos positivos que se reflejan en el impulso a la movilidad eléctrica, los cambios detectados en el microclima local subrayan la necesidad de una transición energética informada y respetuosa con el entorno.

Atención a otras turbinas gigantes
Este avance técnico se suma al desarrollo de otras turbinas colosales: recientemente, Dongfang Electric ha presentado un aerogenerador marino de 26 MW, con una asombrosa altura total de 340 metros, palas de 128 m y un rotor de 310 m, capaz de cubrir más de 75.000 m² y generar hasta 100 GWh al año, suficientes para abastecer unos 55 000 hogares. Este modelo incorpora sistemas estructurales reforzados para resistir tifones de categoría 4 y controles activos de orientación (pitch/yaw), clave para operar en entornos costeros extremos.
El surgimiento de estas turbinas supera todas las expectativas previas. El modelo MySE 16-260 de MingYang, de 16 MW, fue hasta hace poco el récord en tamaño, con un hélice de rotor que barre unos 50.000 m² y una altura de buje de 152 metros, capaz de abastecer unos 36.000 hogares y resistir tifones. También está el prototipo V236-15 MW de Vestas, con una longitud de aspas de 115,5 metros, un rotor de 236 m de diámetro y capacidad para suministrar energía a 20.000 hogares al año.
Esta carrera tecnológica liderada sobre todo por compañías chinas como MingYang y Dongfang Electric representa un avance sin precedentes en la capacidad de generación eólica. Supone a su vez un reto para la verificación ambiental, especialmente en cuanto a microclimas, fauna y ecosistemas marinos, frente al despliegue de infraestructuras de esta escala.