En los últimos doce meses, Tesla ha visto reducidos sus ingresos y registrado la mayor caída de unidades entregadas desde sus inicios. Según datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automoción (ACEA), las matriculaciones de la firma de Musk en abril de 2025 ascendieron a 5.475 unidades, frente a las 11.540 del mismo mes de 2024, lo que supone un descenso del 52 %. En mercados tradicionalmente favorables al libre comercio, como los estados de la EFTA (Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein) y el Reino Unido, la disminución roza el 49 %.
El primer trimestre ofreció cifras igualmente críticas: las ventas globales de Tesla retrocedieron un 46 %, con el mercado europeo y el chino mostrando los bajos más pronunciados. Frente a este escenario de estancamiento en el negocio de los coches eléctricos, Elon Musk ha empezado a bosquejar una nueva línea de crecimiento centrada en drones y vehículos de despegue y aterrizaje vertical (veto).

El negocio más importante está en manos asiáticas
Elon Musk ha puesto el foco en la industria de los drones, un terreno donde Japón y China ejercen un dominio absoluto. El magnate estadounidense considera que el control en la fabricación de vehículos aéreos no tripulados será el nuevo termómetro del poderío nacional, mientras su empresa afronta una profunda reconfiguración tras desplomes en ventas y resultados.
“Cualquier país que no pueda producir sus propios drones está condenado a convertirse en un estado vasallo de quienes sí lo hagan”, advirtió Musk durante la presentación de su proyecto. “Estados Unidos, en este momento, no es capaz de fabricar de forma independiente estos aparatos”, añadió, recalcando la urgencia de reforzar la industria local.
La consultora Morgan Stanley, en un reciente informe, vaticina que el mercado mundial de drones y eVTOL alcanzará un volumen de alrededor de 9 billones de dólares en la próxima década. De consumarse la entrada de Tesla en este sector, Musk podría escalar su influencia más allá del automóvil y competir directamente con China, país que produce hoy más drones en un día que Estados Unidos en un año, según los analistas.
La apuesta de Musk por los drones se enmarca en su estrategia de diversificación: tras conquistar el espacio con SpaceX y renovar el comercio automovilístico con Tesla, el empresario busca ahora abrir un nuevo frente tecnológico que liga movilidad eléctrica y aerotransportada. Este giro deja entrever su voluntad de redefinir los conceptos de movilidad sostenible y seguridad nacional.

Las implicaciones para el sector de la movilidad eléctrica son notables. Si Tesla logra integrar soluciones eVTOL en su ecosistema, las ciudades del mañana podrían combinar coches, estaciones de carga y plataformas de aterrizaje vertical, abriendo paso a servicios de taxi aéreo y entregas ultrarrápidas. Expertos del sector aseguran que esta convergencia aceleraría la transición hacia sistemas de transporte más limpios y eficientes, con menor huella de emisiones y menor congestión en el asfalto.
Gobiernos y competidores observan el movimiento con atención. En Europa, varios ejecutivos han convocado mesas de diálogo para asegurar que la región no quede rezagada en la carrera de los drones, mientras que fabricantes tradicionales de automóviles estudian alianzas con firmas de aeronáutica y startups de drones para no perder cuota de mercado.
La ofensiva de Musk redefine así las reglas del juego: no se trata solo de quién domina el coche eléctrico, sino de quién controla las rutas aéreas del futuro. En un mundo cada vez más interconectado, donde la tecnología marca los equilibrios de poder, el magnate de origen sudafricano vuelve a poner en el centro la innovación como arma geopolítica.