Mercedes-Benz ha estrenado en Immendingen (Alemania) el que ya es uno de los complejos de ensayo más completos del mundo y, dentro de él, el centro de pruebas de iluminación más avanzado de Europa. Se trata de una instalación cerrada que permite evaluar faros y matrices LED/Láser en condiciones constantes y reproducibles, sin depender de la hora, la meteorología o las luces parásitas.
El nuevo Centro de Pruebas de Iluminación replica una carretera secundaria real a lo largo de todo su recorrido. La mezcla asfáltica ha sido formulada ex profeso para imitar el reflejo de un firme envejecido, los postes reflectantes se pueden desplegar a ambos lados cada 20 metros y el laboratorio admite hasta cinco vehículos en paralelo, con simulación de tráfico que se aproxima o circula por delante. También es posible integrar maniquíes de peatones en diferentes posiciones. La inversión asciende a 10,5 millones de euros y la obra ha requerido dos años.

Uno de los centros de pruebas más avanzados del mundo
Más allá de la iluminación, Immendingen suma un módulo que parece de ciencia ficción: el circuito de durabilidad “Heide” sin conductor. Aquí, robots de conducción pilotan los vehículos de prueba de forma totalmente autónoma sobre baches, adoquines y juntas que exprimen chasis y carrocería. La automatización aporta precisión repetible, descansa a los pilotos humanos, habilita operación 24/7 y acorta plazos de validación manteniendo idéntico nivel de exigencia sobre el vehículo.
Las cifras hablan por sí solas: según el tipo de vehículo, un ciclo completo en “Heide” exige hasta 6.000 kilómetros, equivalentes a 300.000 kilómetros de uso real por parte del cliente. La equivalencia que usa la marca es clara: 1 kilómetro en esta pista equivale a 150 kilómetros en una carretera extremadamente deteriorada. El nombre del módulo homenajea a una pista histórica del Brezal de Lüneburg (años cincuenta) que ya entonces se utilizaba para pruebas severas.

El otro gran salto del Global Proving Ground es la digitalización. Todos los módulos, incluido “Heide”, cuentan con un “gemelo digital”. El recinto se mapea a nivel submilimétrico y los vehículos y cargas se reflejan en modelos numéricos. Con ello, los ingenieros pueden recorrer miles de kilómetros virtuales antes de pisar la pista real, generar espectros de carga para bancos de ensayo y retroalimentar rápido a los equipos de desarrollo.
Llevado al terreno práctico, en la puesta a punto de chasis de una nueva serie, se evalúan más de 100 variaciones de muelles, amortiguación y casquillos en simulación. Después, solo las más prometedoras llegan a prototipo para el ensayo físico en Immendingen. La ventaja competitiva está en la consolidación: salvo nieve, hielo y calor extremo, casi todos los requisitos de prueba del ciclo de desarrollo se cubren en un único lugar.
Diez años después de su primera piedra, Immendingen se ha convertido en un “mundo de pruebas” a escala real. Cuenta con más de 30 módulos, 86 kilómetros de pistas y 580 hectáreas de superficie. Esto supone prácticamente, 3 veces la superficie del Principado de Mónaco (202 hectáreas). Por sus carreteras han pasado ya unos 30.000 vehículos de desarrollo, acumulando más de 100 millones de kilómetros, el equivalente a dar la vuelta a la Tierra 2.500 veces. En semanas pico pueden rodar hasta 400 vehículos a la vez.
El catálogo de escenarios es amplio: 286 intersecciones, puertos de montaña con hasta 180 metros de desnivel, tramos de adoquín y asfalto degradado, autopistas y off-road, con pendientes especiales de 30% a 100%. Hay módulos “europeos” con señalización local y réplicas de EE. UU., China o Japón para validar ADAS y percepción a escala global. Para estrés sensorial, el recinto dispone de un “sol artificial”, con focos móviles de alto rendimiento usados en barcos árticos para detectar icebergs, y sistemas de lluvia y rocío controlados.

400 millones de euros de inversión
La infraestructura acompaña, gracias a más de 100 puntos de carga para vehículos eléctricos, 12 surtidores para térmicos, gestión del campo sobre LTE con alerta anticolisión para conductores de pruebas y un cuerpo de bomberos con servicio de rescate propio. La base está a 60 minutos de la sede de Stuttgart, lo que acelera logística y toma de decisiones. En plantilla trabajan más de 250 empleados de forma permanente y, en picos, se suman hasta 2.100 ingenieros y técnicos de otras plantas.
El proyecto también presume de gestión ambiental, ya que alrededor del 80% de las pruebas que antes se hacían en vía pública se han trasladado al recinto, reduciendo tiempos, viajes internacionales y huella de carbono del desarrollo. En conservación, el campo de pruebas integra 100 hectáreas de medidas de compensación, biotopos y hábitats para especies protegidas. El pastoreo con ovejas y la presencia de llamas como “perros pastores” ayuda a mantener los pastizales y controlar matorral sin maquinaria pesada.

En el capítulo económico, Mercedes-Benz contabiliza 400 millones de euros invertidos en Immendingen: 200 millones en la construcción y otros 200 millones en ampliaciones desde su apertura. A esa cifra se suma el nuevo centro de iluminación (10,5 millones de euros), que posiciona a la instalación en primera línea mundial para validar sistemas ópticos, ADAS y software que dependen de una lectura perfecta del entorno.