“La gente no está contenta. No pueden comprar coches nuevos”, afirma el CEO de Renault

Francois Provost analiza el estado del sector en Europa y pide ayuda a las instituciones para crear una situación en la que poder competir con las marcas chinas.

REnault (2)
Con el Twingo la marca busca plantar cara a las marcas chinas.
11/11/2025 09:00
Actualizado a 11/11/2025 09:00

Los fabricantes europeos son conscientes del nuevo rival que tienen en las marcas chinas que están llegando al continente. Sin embargo, creen que la situación es más complicada de lo que debería porque tienen al enemigo en casa: la propia Unión Europea. Las regulaciones del organismo son palos en las ruedas de la industria, algo que comparten bastantes marcas, entre ellas Renault.

Francois Provost, CEO de la compañía francesa, ha hablado al respecto con AutoExpress en la reciente presentación del Renault Clio. Su análisis del sector es directo y sincero: “El problema del mercado europeo es que los precios actuales son demasiado elevados, por lo que debemos cambiar las reglas del juego de la industria automovilística europea. Hoy en día, tenemos regulaciones de descarbonización y los precios son demasiado altos. La gente no está contenta. No pueden comprar coches nuevos. El parque automovilístico envejece hasta los 12,5 años, sin reducción de emisiones ni mejoras en la seguridad, y como consecuencia, se destruye la industria automovilística”.

Renault Twingo
El Renault Twingo ha acortado mucho los tiempos de desarrollo.

El Twingo muestra el camino a seguir

Provost tiene claro que “la principal ventaja de los competidores chinos reside en su rapidez de desarrollo. Si se desarrolla más rápido, se lanzan innovaciones con mayor rapidez y se reducen los costes. Esto da lugar a una nueva forma de diseñar automóviles. Por eso, el Twingo representa un punto de inflexión simbólico para Renault”.

El urbanita eléctrico va a ser el modelo de cero emisiones más barato de la marca, con un precio inferior a 20.000 euros antes de incluir descuentos y posibles ayudas gubernamentales. Para conseguirlo han tenido que reducir considerablemente el tiempo de desarrollo del modelo, simplificarlo (tiene muchas menos piezas que modelos equivalentes) y ofrecer menos opciones a los clientes.

A pesar de ello, es muy complicado llegar a los precios que ofrecen los fabricantes chinos, que tienen la ventaja competitiva por las subvenciones al desarrollo que reciben en su país. El CEO considera que hay una forma de igualar la balanza: “La mejor manera es decir: ‘Son bienvenidos a venir a Europa, pero deben producir [aquí]’. Utilicen a nuestros proveedores, dediquen recursos e inversiones al empleo y la tecnología en Europa y desarrollen sus coches aquí”.

Renault Twingo Frontal
Renault considera 2030 como un año clave.

La crítica a Europa: que no haya nuevas regulaciones

Aunque los fabricantes hagan su parte para conseguir abaratar los coches, en cierta medida tienen las manos atadas por el problema que supone la normativa. Los cambios continuos que hay en ella (en Europa) obligan a las marcas a destinar muchos recursos a cumplirlas, por lo que encarece los vehículos.

Provost dice: “Simplemente pido: que no haya nuevas regulaciones durante 10, 15 o 16 meses. Así podremos dedicar a nuestros ingenieros a reducir costes, mejorar los coches y bajar el precio [para los clientes]. Y la regulación debería aplicarse solo a los nuevos modelos, no retroactivamente. Hoy somos la única región del mundo donde, una vez que se lanza un coche nuevo, hay que aplicarle nuevas regulaciones un año después”.

Según calcula el CEO, actualmente una cuarta parte de la plantilla de Renault se encuentra trabajando en la implementación de las nuevas regulaciones. También pide que las nuevas directrices se apliquen por fases, considerando que lo ideal sería hacerlo cada dos años. Además, fija el final de la década, cuando vaya a comenzar 2030, como un punto crítico. Será entonces cuando la media de emisiones de CO2 permitida pase de 95 a 49 g/km, algo que cree que “es imposible: ningún fabricante será capaz de hacerlo. La industria europea propone flexibilidad durante cinco años, de 2028 a 2032, para afrontar esta enorme reducción repentina de CO2”.