España atraviesa uno de sus momentos más delicados en la industria automovilística de las últimas décadas. Según los últimos datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), el país cerrará 2025 como noveno fabricante mundial de vehículos por segundo año consecutivo, tras una caída acumulada del 5,2% en la producción durante los primeros nueve meses del año.
El país, históricamente octavo en el ránking global, ha sido superado por Brasil, que ha logrado fabricar cerca de dos millones de unidades, un 6% más que en 2024, según datos de la patronal brasileña Anfavea. Este cambio de posiciones evidencia un retroceso estructural en la competitividad del sector español, agravado por los costes laborales crecientes, la falta de inversión tecnológica y la lenta adaptación al vehículo eléctrico.
Transición eléctrica y pérdida de competitividad

Aunque la automoción sigue siendo la principal industria exportadora de España, el sector enfrenta múltiples desafíos. La transición hacia el vehículo electrificado está suponiendo un esfuerzo logístico y económico sin precedentes. Muchas plantas han reducido su ritmo productivo para adaptarse a nuevas plataformas y líneas de montaje, lo que ha frenado el volumen total de fabricación.
Según ANFAC, en 2025 se fabricarán 2,3 millones de vehículos, por debajo de los niveles de 2024. Del total, el 10% corresponde a modelos electrificados (eléctricos puros e híbridos enchufables), con 172.584 unidades producidas hasta el tercer trimestre. Aunque este segmento crece un 7% interanual, sigue siendo insuficiente para compensar la fuerte caída en los modelos de combustión: un 22,7% menos en gasolina y un 9% menos en diésel.
El economista José Ramón Riera advierte de un deterioro preocupante en la productividad: “Nuestros costes se disparan y los coches españoles resultan menos competitivos frente a los brasileños o los del norte de África. Cada subida salarial o de cotizaciones sociales encarece directamente el producto final”.
Exportaciones a la baja y presión europea

El 85,8% de los vehículos fabricados en España se destinan a la exportación, pero las ventas internacionales acumulan una caída del 8,6% en lo que va de año. La baja demanda en los principales mercados europeos, especialmente Alemania, Francia e Italia, está afectando de lleno a las factorías españolas, que dependen en gran medida de las exportaciones.
José López-Tafall, director general de ANFAC, señala que “la menor demanda europea y la creciente competencia de fabricantes de fuera del continente son una señal clara para actuar de inmediato si queremos evitar la pérdida de empleo, de industria y de competitividad”.
Mientras tanto, gigantes como Volkswagen y Stellantis ya han tenido que paralizar temporalmente la producción en varias plantas nacionales, ante la falta de componentes y la caída de pedidos. Este contexto amenaza con extender los ajustes laborales en toda la cadena de proveedores.
Un futuro incierto
España deberá afrontar en 2026 un escenario en el que la reindustrialización y la electrificación serán claves. El país cuenta con una base industrial sólida y necesita programas como el Plan Moves 3, pero la ejecución y los incentivos deben acelerarse si quiere recuperar posiciones en el ránking mundial.
Por ahora, la novena plaza global parece consolidarse, y con ella, un aviso claro para el sector: sin competitividad y sin electrificación efectiva, España corre el riesgo de perder su peso histórico en la automoción europea.