Bruselas y Norteamérica pactan unos aranceles ¿justos?, a cambio de más inversión europea y ventajas para los fabricantes estadounidenses

Estados Unidos y Europa han asegurado una nueva política comercial entre ambos territorios que convenza a las dos partes, después de las amenazas de Donald Trump acerca de una subida de los aranceles.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, califica el acuerdo como positivo.
29/09/2025 13:00
Actualizado a 29/09/2025 13:00

El Gobierno de Estados Unidos ha confirmado que reducirá del 27,5% al 15% los aranceles aplicados a los automóviles procedentes de la Unión Europea, incluidos los eléctricos, con efecto retroactivo desde el 1 de agosto. La medida, anunciada inicialmente en julio por Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pone fin a semanas de incertidumbre y marca un respiro para los fabricantes europeos, aunque todavía deja retos importantes en el comercio transatlántico.

Fin a semanas de espera

Desde el 27 de julio, cuando se anunció el acuerdo marco para resolver la disputa comercial, las marcas europeas habían esperado sin éxito que Washington aplicara la rebaja prometida. El Departamento de Comercio y el Representante Comercial de EEUU han confirmado ahora la reducción tras recibir de Bruselas la propuesta legislativa necesaria para facilitar importaciones de productos estadounidenses.

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Todavía no se había cerrado el acuerdo definitivo.

La Unión Europea, por su parte, ha asumido compromisos significativos: eliminar aranceles a todos los bienes industriales de EEUU, rebajar barreras para productos agrícolas, y comprometerse a adquirir 750.000 millones de dólares en gas natural licuado, petróleo y productos nucleares, así como 40.000 millones en chips hasta 2028. Además, las empresas europeas invertirán 600.000 millones adicionales en sectores estratégicos estadounidenses. El pacto, sin embargo, no es legalmente vinculante y puede revocarse.

Qué cambia para el automóvil

El nuevo arancel del 15% solo se aplica a los coches de la UE exportados a Estados Unidos. A cambio, los vehículos fabricados en EEUU entrarán en el mercado europeo libres de aranceles, cuando hasta ahora pagaban un 10%. Washington mantiene, no obstante, el 15% para piezas de automóviles europeos, el 25% para vehículos comerciales ligeros, y aranceles globales del 50% para determinados productos de acero y aluminio.

La Comisión Europea aceptó estas condiciones para evitar aranceles del 30% y el riesgo de una guerra comercial abierta. Von der Leyen subrayó que “este no es el final del proceso” y que Bruselas seguirá negociando más rebajas y áreas de cooperación para impulsar el crecimiento.

Reacciones de la industria

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Al final Donald Trump ha conseguido lo que quería de Europa.

El Ministerio Federal de Economía de Alemania ha calificado la rebaja como un paso hacia la seguridad jurídica y menores costes para las empresas. Sin embargo, advirtió de que los aranceles siguen siendo un desafío para fabricantes y proveedores medianos. La Asociación Alemana de la Industria del Automóvil (VDA) coincidió en que se trata de “un paso importante”, pero su presidenta, Hildegard Müller, recordó que las cargas adicionales sobre piezas, vehículos comerciales y metales siguen suponiendo “serios desafíos”.

Müller instó a la UE a usar el acuerdo como base para una agenda positiva en regulación y comercio. “La Unión debe crear condiciones que hagan a Europa más atractiva y acelerar acuerdos de libre comercio y materias primas con más regiones del mundo”, afirmó.

Un mercado incierto para el coche eléctrico

Más allá de los aranceles, los fabricantes europeos afrontan otros obstáculos en el mercado estadounidense, como la expiración del crédito fiscal federal para la compra de eléctricos, una subvebción similar a nuestro Plan Moves. Este incentivo, que desaparecerá pronto, podría disparar las ventas en el tercer trimestre, pero genera dudas sobre la demanda posterior.

El nuevo acuerdo arancelario, aunque insuficiente para resolver todos los problemas, abre la puerta a una relación comercial más estable entre ambas orillas del Atlántico y ofrece un respiro a la industria automovilística europea en plena transición hacia la electromovilidad.