Los coches chinos se han incorporado ya con total normalidad al paisaje de nuestras carreteras. Tras meses de expansión de fabricantes asiáticos como BYD, MG, Omoda o Jaecoo, estos modelos no solo se han vuelto habituales en el tráfico diario, sino que también han empezado a aparecer en los desguaces españoles.
“La presencia de modelos chinos en los centros de tratamiento de vehículos confirma su plena integración en el ciclo de vida del parque automovilístico español”, explica Marc Cuñat, responsable de recambios en Recomotor.

Para el sector, es una señal inequívoca de que el mercado ha cambiado, ya que supone un desafío, pero también una oportunidad para la industria del recambio, el mantenimiento y la economía circular, que ahora deben adaptarse a las particularidades de los vehículos eléctricos de nueva generación.
"Hay piezas que pueden llegar en tan solo 24 horas"
“En cuanto a los vehículos eléctricos, el número de piezas recuperables es bastante similar al de los coches de combustión», señala Cuñat, que añade “muchos componentes, como la carrocería, la suspensión o los interiores, se revisan prácticamente del mismo modo. Sin embargo, en elementos clave como el motor eléctrico y la batería de alto voltaje hemos tenido que adaptarnos y dotarnos de sistemas de diagnosis específicos”.
Según el responsable de Recomotor, las marcas asiáticas han mejorado de forma notable su red de distribución en Europa, especialmente en lo que respecta a piezas de alta rotación, que pueden estar disponibles en tan solo 24 horas. No ocurre lo mismo con componentes menos habituales, como cabeceras de asiento, determinadas partes de chasis o elementos de acabado específicos, cuyos plazos de entrega suelen superar con facilidad las tres semanas.
“Esto complica aún más la viabilidad de muchas reparaciones, ya que el coste del vehículo siniestrado puede acercarse rápidamente al valor venal si los plazos se alargan y la disponibilidad de piezas no está garantizada”, advierte Cuñat.
Esa realidad obliga a desguaces y talleres a reorganizar su forma de trabajar. La reparación de un eléctrico ya no es una excepción, y muchos centros han tenido que invertir en formación específica, protocolos de seguridad para trabajar con alta tensión y herramientas de diagnóstico compatibles con plataformas que hasta hace poco eran prácticamente desconocidas en el mercado español.

Al mismo tiempo, el despiece de estos vehículos abre una nueva vía de aprovechamiento de componentes. Motores eléctricos, inversores, cargadores internos o módulos de batería pueden tener una segunda vida en otros vehículos o en aplicaciones estacionarias, lo que encaja con la estrategia de economía circular que la UE impulsa para el sector del automóvil. “Cada vez tiene más sentido hablar de reutilización y segunda vida de componentes, y los eléctricos chinos no son una excepción”, apunta Cuñat.
A medida que el parque de coches eléctricos chinos siga creciendo, también lo hará el volumen de siniestros y averías que terminen en los centros de tratamiento. Para el sector del recambio, anticiparse a esa ola puede marcar la diferencia entre quedarse atrás o aprovechar una oportunidad de negocio que, además, contribuye a que la transición hacia el vehículo eléctrico sea más asequible y gestionable para conductores, talleres y aseguradoras.
