Europa debe darse cuenta de que se pega un tiro en un pie al escuchar las declaraciones de la vicepresidenta de BYD: “nunca dominarán ningún área”

El aplazamiento de la prohibición de motores térmicos en la UE no le disgusta al mayor fabricante de coches eléctricos del mundo. Europa debería preocuparse de que en China aplaudan esta decisión.

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Europa debería analizar por qué desde China aplauden su decisión de permitir la venta de coches de combustión más allá de 2035.
24/12/2025 16:30
Actualizado a 24/12/2025 16:30

La reciente decisión de las instituciones europeas de posponer la prohibición de los motores de combustión interna más allá de 2035 ha encendido el debate sobre el futuro de la industria automovilística en el continente. La medida, impulsada por la presión de los fabricantes tradicionales y sectores políticos que temen por el empleo y la competitividad, ha generado reacciones encontradas: mientras algunos la celebran como una oportunidad para reequilibrar el mercado, otros la consideran un paso atrás en la transición hacia la movilidad eléctrica.

Entre los que han valorado públicamente esta evolución normativa figura BYD, la mayor empresa china de vehículos de energía nueva (eléctricos e híbridos enchufables) y uno de los actores más activos en la penetración de modelos eléctricos en Europa. Desde su perspectiva, el retraso en la eliminación de los motores térmicos no beneficia a quienes ya han apostado de lleno por la electrificación, sino más bien a aquellos fabricantes que dependen todavía de motorizaciones tradicionales.

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La Unión Europea decidió hace unos días dar marcha atrás a la prohibición de motores térmicos en 2035.

Un retroceso con ganadores y perdedores

La Comisión Europea propuso recientemente la revisión de su plan para prohibir la venta de coches nuevos con motor de combustión a partir de 2035. En su lugar, la normativa ahora permitiría que ciertos vehículos térmicos, incluidos híbridos y modelos con combustibles sintéticos o compensaciones de emisiones, sigan en el mercado más allá de esa fecha. Esta modificación se presenta como una respuesta a las demandas de los constructores europeos que reclaman más flexibilidad ante los desafíos de producción y adopción de vehículos eléctricos.

Para BYD, este replanteamiento coloca a los fabricantes europeos en desventaja. Stella Li, vicepresidenta del grupo, afirmó que al ampliar la vida útil de los motores tradicionales, las marcas del Viejo Continente se verán obligadas a dividir sus inversiones entre tecnologías convencionales (como híbridos enchufables) y vehículos eléctricos. En contraste, BYD y otras compañías chinas pueden seguir destinando recursos casi exclusivamente al desarrollo de eléctricos puros y soluciones de propulsión “nueva energía”, lo que según la directiva favorece su estrategia de crecimiento global.

Según la dirigente, “Europa está impulsando y luego retrasando el Pacto Verde, y fabricantes esto afecta al I+D. Su gasto debe dividirse en dos, nunca se tiene suficiente dinero para eso y nunca se domina ningún área”. Li se pregunta cómo pueden competir con las empresas que se centran en una sola. “Durante los últimos casi 30 años, nuestro sueño siempre fue la electrificación”. Y en ella invierten todo el dinero.

La industria europea de automoción ha sido históricamente un motor de crecimiento y empleo, con fabricantes como Volkswagen, Mercedes-Benz o Stellantis entre sus principales baluartes. Sin embargo, la presión por cumplir objetivos de reducción de emisiones y electrificación acelerada ha tensionado a estas empresas, que buscan equilibrar costes y desarrollo tecnológico. La reciente propuesta comunitaria responde en parte a estos retos, pero plantea interrogantes sobre la ambición ambiental de la UE y su capacidad de liderar la transición hacia cero emisiones de forma firme.

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BYD es el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo.

Impacto en los fabricantes europeos

El aplazamiento de la prohibición de los motores de combustión podría ofrecer a los fabricantes europeos una “zona de confort” temporal. Según analistas del sector, disponer de más tiempo para amortizar las inversiones en plataformas térmicas y en I+D de híbridos podría aliviar presiones financieras a corto plazo. Sin embargo, también existe el riesgo de que esta flexibilidad frene la urgencia de innovar en eléctricos y diluya la ventaja competitiva frente a rivales globales que han centrado su esfuerzo en la electrificación.

Marcas como BYD han logrado posicionarse con fuerza en Europa mediante una estrategia agresiva de lanzamiento de modelos, competitividad en precio y presencia en segmentos clave, como SUV eléctricos y coches compactos. En 2025, el fabricante chino ha triplicado sus matriculaciones en la Unión Europea respecto al año anterior, consolidando una cuota de mercado creciente en un entorno en el que la competencia se intensifica y los consumidores muestran mayor interés por la electrificación.

Los defensores de mantener los objetivos iniciales de la UE argumentan que retrasar la transición perjudica la lucha contra el cambio climático y compromete las oportunidades de liderazgo tecnológico europeo. Según este planteamiento, una política ambiciosa y estable de regulación ambiental no solo incentiva la adopción de vehículos eléctricos, sino que también impulsa la modernización de la infraestructura de recarga y fortalece la cadena de valor en torno a las energías limpias.

Por otro lado, algunos sectores apuntan que la prisa por cerrar el mercado a los vehículos térmicos sin una infraestructura adecuada de carga y una base industrial consolidada puede resultar contraproducente, especialmente en regiones con menores tasas de adopción de vehículos eléctricos y menor inversión en redes de recarga. Este argumento ha sido utilizado para justificar la flexibilización de los plazos, aunque no elimina la necesidad de planificar una transición coherente y sostenible.

Fabricantes como BYD no solo han concentrado su estrategia en automóviles eléctricos puros, sino que también están explorando segmentos emergentes, como vehículos e-cars urbanos inspirados en conceptos japoneses de kei cars, que podrían encontrar un nicho en el mercado europeo si se mantienen competitivos en precio y prestaciones.

El aplazamiento de la prohibición de motores de combustión en la Unión Europea representa un momento de inflexión para la industria automovilística continental. Si bien puede ofrecer un respiro a fabricantes tradicionales, también pone de manifiesto la presión competitiva de actores globales que han apostado por la electrificación desde hace años.