Nochebuena y Navidad están a la vuelta de la esquina y, lo que sobre el papel es una fecha para el encuentro familiar y la celebración, a menudo se torna en discusiones y problemas. Parece que a la lista de potenciales temas que es mejor evitar (fútbol, política o religión), se suma otro mucho más moderno: la recarga de los coches eléctricos.
No desde el marco teórico, aunque es otro punto que a buen seguro generará conflicto, si no desde el práctico: ¿es de buena educación pedir a un familiar que te deje recargar tu vehículo de baterías en su casa? ¿Debe el anfitrión ofrecerlo antes incluso de que se lo pidan?
Una situación embarazosa
María José González y Verdú, experta en protocolo y etiqueta consultada por Ford, explica: “La recarga de un coche eléctrico en casa ajena no es solo una cuestión práctica, sino simbólica, porque implica entrar en el espacio privado y en los recursos del otro. En contextos tan sensibles como la Navidad, donde la convivencia ya está cargada de expectativas, cualquier petición de este tipo necesita especial tacto para no generar incomodidades silenciosas”.
La marca ha llevado a cabo un estudio sobre el tema y las respuestas son curiosas. Más de uno de cada cinco españoles (21 %) considera que se sentiría molesto si alguien le pidiera enchufar su vehículo eléctrico a su red. Y no son solo los que reciben a familiares los que no se sienten cómodos, aquellos que son los visitantes señalan que pedir recargar el coche es más incómodo (32 %) que pedir la contraseña del Wi-Fi (18%) o preguntar cómo tirar de la cadena del baño (30 %).
Puede parecer raro, pero llevándolo a un coche de combustión, sería el equivalente a pedir a los cuñados o a los suegros que les dejaran unos cuantos litros de gasolina o diésel. Según el informe, para el 17 % de los conductores pedir a los suegros que carguen su coche es más embarazoso que admitir que han atascado el inodoro. Es por eso que el 43 % tiene claro que para evitar situaciones incómodas acudirían al lugar con suficiente carga para no tener que pedir el favor.
“La petición de recargar un vehículo eléctrico es un ejemplo muy claro de cómo las nuevas realidades tecnológicas avanzan más rápido que nuestras normas sociales. Aprender a ofrecerlo como anfitrión o a pedirlo como invitado con educación es clave para evitar malentendidos y preservar la armonía familiar”, continúa la experta.
Una nueva excusa para huir
Entre los encuestados, más de la mitad (53 %) afirma que barajaría la opción de decir que tiene que recargar urgentemente su vehículo solo para huir de sus familiares. Aunque parece una situación incómoda, el 41 % admite que estaría más dispuesto a proporcionar carga gratuita si el invitado lo pidiera de manera educada. Además, la mejora manera de compensarlo es ofrecer un favor similar en el futuro (39 %).
“Hace unos años el dilema era pedir la contraseña del Wi-Fi; hoy, el enchufe se ha convertido en un nuevo elemento de etiqueta doméstica. Aunque cambien los objetos, las reglas de la buena educación siguen siendo las mismas: no dar nada por supuesto, pedir con respeto y agradecer siempre”, concluye González y Verdú.

