Los hechos ocurridos en los últimos meses, en los que se han producido varios incendios en coches eléctricos por todo el mundo, han puesto en jaque a la industria. Han sido muchos quienes han querido tomar medidas para mejorar la seguridad, pero la realidad es que se siguen sin tener claros los protocolos a seguir.
En esa tesitura, China ha sido la que ha tomado cartas en el asunto de manera más contundente: ha establecido una nueva normativa de seguridad conocida popularmente como ‘No Fire, No Explosion’ (Ni fuego ni explosiones), más estricta de la que había hasta ahora, que entrará en vigor dentro de un año, pero que ya hay un fabricante que cumple con ella.

El fabricante de baterías más grande del mundo
No es de extrañar que la compañía que ha dado el primer paso haya sido la que es el fabricante de baterías más grande de todo el mundo, CATL (Contemporary Amperex Technology Co. Limited) también de origen chino y que fue fundada en 2011.
La nueva normativa es la GB38031-2025 (Safety Requirements for Power Batteries of Electric Vehicles, es decir, Requisitos de seguridad para baterías de vehículos eléctricos) y fue anunciada el pasado 28 de marzo.
Su entrada en vigor, sin embargo, no será efectiva hasta el 1 de julio de 2026, decisión tomada para dar tiempo a los fabricantes a desarrollar baterías que cumplan con la normativa. Esto demuestra lo avanzada que está CATL respecto a sus competidores.
Se trata de la primera normativa de seguridad del mundo que exige que las baterías sean capaces de evitar incendios y explosiones.
Respecto a la regulación anterior, el cambio más importante es que se introduce la nueva prueba de difusión térmica. Antes (bueno, hasta el 1 de julio de 2026) la norma solo exigía una señal de advertencia que sonara cinco minutos antes de que fuese a producirse un incendio o una explosión. Con la nueva normativa, se exige que las baterías no se incendien ni exploten bajo ninguna circunstancia (ni siquiera durante una fuga térmica) y que el humo que se produzca no dañe a los ocupantes del vehículo.
Además, los test a los que se someten son más estrictos, puesto que se añaden dos nuevas pruebas, según recoge la página del gobierno chino. La primera es una prueba de impacto inferior, con la que se busca evaluar la capacidad de protección de la batería cuando esta parte sufre una colisión. La segunda consiste en pruebas de seguridad en ciclos de carga rápida, siendo necesario que las baterías ni se incendien ni exploten durante 300 ciclos ni en los test de cortocircuito posteriores.
Con estas medidas se espera que aumente la confianza de los consumidores en los coches eléctricos, así como que se garantice una mayor seguridad respecto a posibles incendios.

Las baterías de CATL
Aunque el margen para adaptarse a la nueva normativa es amplio, CATL ha conseguido ya el visto bueno para su batería Qilin, siendo expedido el informe por el Centro de Tecnología e Investigación Automotriz de China (CATARC), una agencia de certificación externa
El pasado 29 de abril anunció oficialmente haberse convertido de manera oficial en la primera empresa en cumplir con la nueva norma. Un aspecto relevante es que la Quilin se lanzó al mercado hace casi tres años, en julio de 2022, que emplea la tercera generación de la tecnología CTP (celda a paquete) de la marca que y da buena muestra de los estándares de seguridad que tiene la empresa.
Es algo reseñable ya que en febrero de este mismo año CATL anunció que ya había 18 millones de coches eléctricos en el mundo utilizando sus baterías y que, concretamente, la Qilin está presente en modelos de un amplio número de marcas, como Aito, Avatr, Zeekr, Li Auto, Xiaomi, Neta o Lotus.
Esta batería tiene una densidad energética de hasta 255 Wh/kg y una eficiencia de uso del 72 %.
La prueba del clavo
La industria en general se toma muy en serio la seguridad de las baterías, pues es consciente de que este elemento, que es el más caro de cualquier coche eléctrico, tiene un potencial destructivo considerable.
Aunque los incendios de eléctricos no son muy comunes, cuando ocurren es muy difícil extinguirlos, principalmente por el ‘thermal runway’, proceso por el que, cuando se produce una fuga térmica en una batería, se entra en un círculo vicioso en el que la temperatura no deja de aumentar y aumentar.
Para poner a prueba su desempeño ante estas situaciones, uno de los test más habituales es el del clavo, el ‘Nail Penetration Test’. En él, se atraviesa de manera perpendicular una batería con un clavo, para provocar un daño severo en la misma y ver cómo se comporta ésta en cuanto a emisiones de gases nocivos y de subida de temperatura.