Aunque hoy Toyota es más conocida por su liderazgo en tecnología híbrida, su incursión en el mundo de los vehículos 100% eléctricos comenzó mucho antes de que el mercado los exigiera. Un ejemplo poco recordado pero clave es el Toyota RAV4 EV, un SUV eléctrico que marcó un hito en la historia del sector del automóvil, con dos generaciones que desafiaron las tendencias de su tiempo.
La primera versión del Toyota RAV4 EV (eléctrico) vio la luz en 1997, como respuesta a una normativa del California Air Resources Board (CARB), que exigía a los fabricantes reducir las emisiones contaminantes si querían seguir operando en el estado. Las reglas eran claras: un 2% de la producción debía ser eléctrica para 1998, un 5% para 2001 y un 10% para 2003. Esta regulación obligó a marcas como Toyota a innovar rápidamente.
Era más un experimento que otra cosa

El resultado fue un SUV eléctrico limitado, ofrecido únicamente en modalidad de leasing. Se fabricaron menos de 1.500 unidades, que alcanzaban los 152 kilómetros de autonomía gracias a una batería de 27 kWh. Su potencia era modesta, 68 CV, pero su eficiencia fue notable para la época. Sin embargo, el proyecto se vio frustrado por la imposibilidad de Toyota de adquirir la patente de las baterías NiMH EV-95, que quedó en manos de la petrolera Chevron-Texaco, interesada en frenar su desarrollo por razones comerciales.

Casi una década después, Toyota rescató la idea. En 2012, lanzó una segunda generación del RAV4 EV, esta vez de la mano de una joven empresa emergente: Tesla. La compañía californiana, que apenas empezaba a revolucionar la industria con sus primeros modelos eléctricos, fue la encargada de suministrar las baterías de iones de litio, con 41,8 kWh de capacidad. La autonomía aumentó a 166 kilómetros, la potencia se elevó a 113 kW (154 CV), y la velocidad máxima alcanzaba los 160 kilómetros/hora. El modelo, exclusivo para el mercado californiano, costaba cerca de 50.000 dólares, aunque las ayudas estatales permitieron rebajar significativamente ese precio.
Unos objetivos y un nicho de mercado muy escasos

El objetivo era vender 2.600 unidades entre 2012 y 2015, cifra que se logró prácticamente en su totalidad. Más allá del éxito comercial limitado, el proyecto sirvió como laboratorio real para Toyota, que años después vendió sus participaciones en Tesla y creó una división centrada exclusivamente en el desarrollo de vehículos de cero emisiones.
Así, el Toyota RAV4 EV representa uno de los primeros pasos firmes de la industria hacia una movilidad más sostenible. Una historia poco conocida, pero que anticipó mucho de lo que hoy es ya una realidad consolidada.