En una nueva muestra de su estilo provocador, Elon Musk, CEO de Tesla, propuso durante la junta anual de accionistas de la compañía una idea que ha generado controversia: reemplazar las prisiones por robots que sigan a los exconvictos y eviten que reincidan en el crimen.
“Podríamos ofrecer una forma más humana de contención del crimen. Si alguien ha cometido un delito, podríamos darle un Optimus gratis para que lo siga y le impida delinquir”, afirmó Musk, refiriéndose a Optimus, el robot humanoide desarrollado por Tesla. “No habría necesidad de cárceles. Solo te acompañaría y evitaría que cometas otro delito”, añadió.
De la automatización industrial al “vigilante personal”

El planteamiento, a medio camino entre la ciencia ficción y la distopía, se suma a la larga lista de declaraciones polémicas del empresario, conocido por combinar anuncios tecnológicos ambiciosos con comentarios impredecibles.
Musk lleva tiempo afirmando que Optimus podría ser el producto más valioso del mundo, llegando a estimar que su impacto podría generar una capitalización de mercado de 25 a 30 billones de dólares para Tesla. En anteriores ocasiones, incluso habló de crear un “ejército de robots” controlado por la compañía.
Durante la junta, Musk defendió que esta hipotética medida serviría para humanizar el sistema penal y reducir costes, aunque no explicó cómo funcionaría el modelo o quién financiaría los robots, cuyo coste estimado superaría los 20.000 dólares por unidad.
Un “robot carcelero” con grandes desafíos técnicos y éticos

La propuesta plantea enormes interrogantes tanto tecnológicos como legales y éticos. Para vigilar a una persona de manera efectiva, un robot como Optimus necesitaría: predecir comportamientos humanos, vigilar en tiempo real y reportar incidentes a las autoridades, intervenir físicamente ante un intento de delito, y seguir al individuo sin descanso y recargarse de forma autónoma.
Hoy por hoy, el robot de Tesla apenas ha demostrado funciones básicas en demostraciones públicas, y muchos expertos aseguran que aún depende de control remoto durante sus exhibiciones.
Además, el concepto de “vigilancia personalizada” contradice parte del ideario político del propio Musk, quien se ha definido en varias ocasiones como libertario. Su propuesta, sin embargo, supondría una expansión masiva del control estatal y de la vigilancia digital, un escenario que ha generado críticas incluso entre sus seguidores.
Un debate sobre poder y privacidad
La idea de Musk también reabre el debate sobre la privatización del control penal y el papel de las big tech en la seguridad pública. Algunos analistas apuntan que un sistema de vigilancia automatizado gestionado por una empresa privada podría derivar en abusos de poder y en una sociedad hipervigilada.
Otros recuerdan que, en paralelo a su defensa de la libertad individual, Musk ha promovido posturas políticas autoritarias y discursos controvertidos sobre el orden y el control social, lo que añade más dudas sobre sus intenciones.
Mientras tanto, Tesla continúa intentando convencer a los inversores de que su apuesta por la robótica será el próximo gran salto tecnológico tras los vehículos eléctricos y la conducción autónoma.