Mucho ha llovido desde que, en 1995, Renault pusiera a la venta el primer Renault Megane. En 2022, la marca francesa convirtió su confortable compacto en un eléctrico elevado con ciertos toques de diseño SUV: un crossover que perdió incluso la tilde de su nombre.
Y con ello, el brutal éxito comercial del Renault Mégane se vino... abajo. Era de esperar, ya que como ha reconocido Fabrice Cambolive, director ejecutivo de Renault, este “Renault Megane E-Tech fue nuestro primer vehículo eléctrico desde el inicio de la 'Renaulution'. Se lanzó en un momento en que la adopción de vehículos eléctricos no era tan alta”.

Un eléctrico confortable y con toques dinámicos, alternativa a los SUV
Eso, unido a un precio no particularmente ajustado -que Renault fue rebajando con el paso del tiempo-, hicieron que el Renault Megane E-Tech no tuviera unas ventas acorde a su historia y, sobre todo, acorde a la alternativa SUV que supone.
De ahí que, este mismo año, Renault haya actualizado este modelo tanto con retoques de diseño como simplificando sus acabados -ahora sólo se comercializan dos: techno y esprit Alpine- y su gama mecánica; que queda limitada a un motor de 220 CV y a una batería de 60 kWh que ofrece hasta 468 km de autonomía.
Los retoques le han sentado bien al Renault Megane y, ahora este crossover eléctrico de 4,20 metros de longitud y 389 L de maletero -Renault declara 440 L, pero con la medición VDA, la más habitual en el segmento, se queda en 389 L-ofrece una imagen más lograda y un perfil más dinámico, más acorde a la potencia de su motor.
Además, este Renault Megane E-Tech renovado ha traído consigo dos interesantes mejoras. La primera es la adopción de un modo de conducción One Pedal -el coche se frena automáticamente si levantamos el pie del acelerador- que se une a los cuatro niveles de retención de la frenada regenerativa presentes ya en este eléctrico.

Y la segunda, el Megane pasa a equipar de serie un cargador embarcado para corriente alterna de 11 kW -la misma capacidad que el modelo anterior- pero que ahora es bidireccional, Eso supone que el coche pasa a ofrecer la tecnología V2L, que permite conectar y recargar distintos dispositivos electrónicos directamente a la toma de carga del vehículo.
Un interior tecnológico, pero algo justo en espacio
Lo que no varía es su diseño interior, que sigue manteniendo como elementos más destacados las dos pantallas digitales -de 12,3” aquella situada a modo de cuadro de instrumentos, y de 12” la central- que cuentan con el sistema openR link basado en Google, fácil de utilizar y con un interfaz al que la mayoría de usuarios ya están acostumbrados.
Una cuestión a favor de este Renault es la presencia, bajo la propia pantalla central, de pulsadores para controlar la climatización, el aire acondicionado o la calefacción de los asientos. Y, debajo de la misma, hasta nueve botones físicos que regulan el desempañe de las lunas, la calefacción y las opciones de salida de aire.

Un escalón más abajo encontramos un cargador inalámbrico para el móvil, que aunque queda retraído dentro de la consola, con lo que no ofrece un acceso demasiado fácil; cuenta con topes de goma para evitar que el teléfono pueda caerse durante la conducción: útil.
Entre los detalles propios del acabado esprit Alpine, como los asientos tapizados en un tejido negro en relieve y con costuras azules o inserciones de este tono en el salpicadero, se ve que el Renault Mégane está bien construido, con unos ajustes entre piezas bastante logrados.
Eso sí, aunque la calidad percibida es buena, los plásticos de su interior, incluso los que simulan un revestimiento en cuero -y que incluyen supuestos pespuntes-; son todos duros. Algo que se nota en una mínima inspección y que se nota demasiado en la consola central o en los revestimientos inferiores de salpicadero y puertas.

Y en este interior encontramos, como lujo tecnológico o más bien como necesidad -dado que la luneta trasera resulta muy pequeña- un retrovisor central que muestra la imagen captada por cámaras. Se trata de un sistema ya visto en otros vehículos pero que en este Renault Mégane nos ha gustado especialmente, ya que nos ha resultado fácil enfocar la vista sobre las imágenes -algo que nos había resultado más laborioso y cansado con otros sistemas similares de otros vehículos- y, éstas se han mantenido bastante nítidas incluso al mostrar movimientos rápidos de lo que ocurría tras nuestro Megane.

En cuanto a las plazas delanteras, son amplias y pueden dar cabida a dos adultos corpulentos de hasta 1,95 metros. Los asientos, con un mullido firme pero cómodo y calefactados en este acabado esprit Alpine, ofrecen una buena sujección lumbar y lateral y, pese a su diseño bacquet, sus reposacabezas pueden ajustarse en altura.
Mientras tanto, los acabados -de plásticos duros pero aparentes- se repiten en las plazas traseras, que no destacan por el espacio disponible. De entrada, y aunque el espacio para las piernas es correcto para que dos adultos puedan viajar con comodidad atrás, el primer problema es precisamente la altura hasta el techo. La línea ligeramente descendente de éste hace que pasajeros de 1,85 metros de altura puedan rozar con el guarnecido del techo a poco que se sienten mínimamente erguidos.

Y eso que la posición de los asientos ya les obliga a sentarse con las rodillas algo elevadas y apoyando menos de la mitad del muslo en la butaca del asiento. Otro punto mejorable en las plazas traseras es la escasa altura del guarnecido del techo, que a un pasajero de más de 1,85 m le llega por debajo de los ojos y no contribuye precisamente a crear una sensación de amplitud.
El habitáculo del Renault Megane E-Tech tampoco destaca por su anchura. De ahí y pese a contar con un piso totalmente plano, el ocupante de la plaza central -cuya butaca y respaldo sobresalen respecto a las plazas laterales- deba ser, a excepción de trayectos cortos, siempre un niño.

Por último, el maletero del Renault Megane E-Tech no sólo no destaca en capacidad: rivales directos en formato SUV como el Hyundai Kona EV y el Peugeot E-2008 ofrecen, respectivamente, 493 y 434 L. Es que, además, cuenta con un umbral de carga que queda alto... y a unos 25 cm por encima del piso del suelo, por lo que a la hora de cargar objetos pesados habrá que 'dejarlos caer'.
Eso sí, cuenta con elementos prácticos como dos ganchos laterales, cuatro argollas en el piso para anclar la carga y, bajo el piso, un hueco revestido en plástico y de 22 L de capacidad, perfecto para transportar los cables de carga o, incluso, algún objeto mojado. En el vano maletero, este Renault Megane no dispone de apenas espacio para contar con un frunk o hueco de carga bajo el capó.
¿Cómo va este Renault Megane E-tech?
Con un único motor de 220 CV y Nm de par, que sólo se puede asociar a una batería de 60 kWh que otorga una autonomía homologada de hasta 468 km; el Megane se muestra como un coche que, gracias precisamente a su autonomía y a su concepción de compacto sobreelevado, puede cumplir como coche único para una familia de cuatro personas.

De entrada, porque por potencia, con 220 CV y 300 Nm de par -aunque muchos rivales eléctricos ofrecen alrededor de 500 Nm-, este Renault Megane responde con solvencia en cualquier circunstancia. Y lo hace no con unas prestaciones exuberantes, pero sí con una notoria rapidez. Así, su velocidad máxima es de 160 km/h, pero es que acelera de 0 a 100 km/h en 7,4 segundos.
Y ojo, porque en este vehículo, la selección de uno de sus cuatro modos de conducción -Eco, Comfort, Sport y Personalizado; que afectan a la respuesta del motor y prestaciones- varía y mucho su respuesta. Así, el modo Eco, pensado para ciudad y vías de circunvalación, limita mucho la entrega de potencia y, además, limita la velocidad a unos 100 km/h. Por su parte, el Comfort consideramos que es el más adecuado para el 90% de los usuarios y trayectos, ya que cuenta con una buena relación economía-prestaciones-respuesta.
Por último, el modo Sport es, como su propio nombre indica, el más deportivo. Y eso se agradece en conducción dinámica, cuando otorga un empuje notablemente mayor que el modo Comfort; de forma que incluso hemos llegado a sufrir alguna pérdida de tracción. Pese a ello, y en un tramo de montaña, disfrutamos mucho este vehículo conduciéndolo bajo este modo.

Si los modos de conducción se seleccionan mediante un botón situado en el volante, las levas situadas tras él son las encargadas de regular hasta los cinco niveles de retención de la frenada regenerativa, que pasan desde el 0, con una retención nula, hasta el 5 o, lo que es lo mismo, el modo One Pedal anteriormente citado. Lo bueno es que estos cinco niveles se escalonan bastante bien y ninguno -tampoco el One Pedal- genera nunca una frenada brusca que pudiera sorprender e incluso asustar a los conductores que circulen detrás nuestro.
Dejando a un lado el plano mecánico, este compacto eléctrico con rasgos de SUV se muestra como un buen rodador en autovía y autopista, con aplomo y unos consumos logrados, en torno a 18,5 kWh/100 km a una velocidad ligeramente superior a la legal.

Y lo hace con una suspensión confortable y un aislamiento bien logrado en general. Aunque con matices, porque si bien la suspensión no resulta incómoda, su amortiguación firme unida al equipo de neumáticos que equipa este acabado esprit Alpine-unos 215/45 sobre llanta de 20”- hace que calque en exceso las irregularidades de la vía para su presunto carácter ‘todo-uso’. Algo que resulta cansado si vamos a realizar largos viajes con frecuencia.
A ello se suma que, al menos en nuestra unidad de pruebas, notamos cómo se filtraba cierto ruido de rodadura proveniente, sobre todo de los neumáticos. Y ojo, porque estimamos que con los neumáticos del acabado techno -en medida 195/60 R18-, más estrechos y con mayor flanco para absorber irregularidades, creemos que ambas cuestiones disminuirían notablemente.

Dos cuestiones a destacar en el comportamiento de este Renault Megane E-Tech son, en primer lugar, su dirección, muy directa -de tan sólo 2,3 vueltas de tope a tope-, de tacto pesado y precisa; aunque filtra en demasía la información de lo que ocurre bajo las ruedas. La segunda es la labor de su equipo de frenos, en los que, según vamos apretando el pedal, apenas se nota la transición entre la frenada regenerativa y aquella mediante la tradicional bomba hidráulica. En cualquier caso, ofrece un buen tacto y una mordiente adecuada, incluso circulando con rapidez.
La última mención va para el consumo. Y es que si este Renault Megane E-Tech esprit Alpine homologa un gasto medio de 15,2 kW, nosotros hemos logrado durante nuestra prueba cifras en torno a 18 kWh de media. Ligeramente superiores a los 19 kWh en autovía y autopista -así, lograríamos una autonomía de en torno a 380 km en autovía-, cercanas a 15 kWh por vías de circunvalación y de unos 16 kWh en uso eminentemente urbano. Unos números que consideramos correctos para un vehículo que sobrepasa, por poco, los 1.700 kg.