La Comisión Europea advierte de que la llegada de Chery a España “no es un buen modelo” porque se ensamblan coches únicamente con piezas chinas

Stéphane Séjourné, vicepresidente de la Comisión Europea, ha sido quien ha puesto sobre la mesa esta realidad que hace necesario un cambio en la relación entre Europa y China.

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El vicepresidente europeo tiene claro lo que falla en el modelo que Chery ha traído a España.
15/09/2025 12:00
Actualizado a 15/09/2025 12:00

La Comisión Europea prepara un giro en su política industrial con China. Bruselas quiere reducir la dependencia de componentes baratos procedentes de Pekín y reforzar el sello “made in Europe” en sectores estratégicos como el automóvil o las baterías. El vicepresidente ejecutivo de la Comisión para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné, lo expresó con claridad en Estrasburgo: “La relación de la Unión Europea con China está en medio de la nada. Debemos ser más inteligentes y definirla mejor”.

El dirigente francés, quien asumió hace un año la cartera de mercado interior, advirtió que el modelo seguido en España con la automovilística china Chery “no es un buen modelo” para la industria europea. La empresa asiática firmó en abril de 2024 un acuerdo con EV Motors para producir vehículos en la antigua planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona. A juicio del comisario, esta estrategia genera empleo de baja calidad y no aporta valor añadido a las cadenas de suministro europeas. Recordemos que Chery comercializa en Europa las marcas Omoda y Jaecoo, y que está asociado a la relanzada firma española Ebro.

Crítica a la inversión “cortoplacista”

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Para Séjourné, es necesario un cambio importante en la relación entre China y Europa.

Séjourné matizó que el problema no es la inversión extranjera en sí, sino su orientación: proyectos cortoplacistas centrados en ensamblar piezas importadas sin transferencia tecnológica ni producción local, y que tienen como objetivo básicamente librarse de los aranceles de importación a los coches chinos. “La solución no pasa por mantener aranceles, pero tampoco por una fábrica en Barcelona en la que se ensamblen coches con todos los componentes chinos”, señaló en el encuentro con varios medios españoles del que se ha hecho eco El periódico.

El caso de Chery es paradigmático. La marca china opera en más de 80 mercados y encadena 22 años como la firma del país que más exporta. Este verano, durante la visita oficial del president catalán Salvador Illa a China, la compañía anunció la apertura de un centro de I+D en Cornellà de Llobregat. Sin embargo, para la Comisión Europea el modelo no garantiza la autonomía industrial ni el crecimiento a largo plazo que necesita la Unión Europea.

Más estrategia, menos aranceles

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La solución podría pasar por exigir un mínimo de componentes fabricados en suelo europeo.

El Ejecutivo comunitario asume que replicar la política de aranceles de Estados Unidos no basta. Desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, Washington ha intensificado las barreras a Pekín, pero en Bruselas se reconoce que esta estrategia es insuficiente y reactiva. La propuesta es condicionar el acceso al mercado europeo a un porcentaje mínimo de componentes de origen local, con especial atención a sectores críticos.

Séjourné planteó como referencia que al menos un 60% de los componentes de los automóviles vendidos en Europa sean fabricados en el continente. También aboga por incluir cláusulas contractuales que obliguen a cooperar en investigación y desarrollo y a transferir tecnología en instalaciones europeas.

Un cambio con impacto en España

El giro estratégico podría tener consecuencias directas para España, uno de los países que más apuesta por atraer inversión extranjera en automoción. La Comisión insiste en que no se trata de frenar la llegada de capital chino, sino de aprovecharlo para reforzar la capacidad industrial europea.

En la semana del discurso sobre el Estado de la Unión de Ursula von der Leyen, Bruselas ha dejado claro que quiere transformar su relación con China: menos dependencia y más reciprocidad. La industria automovilística se sitúa en el centro de este debate sobre soberanía industrial, con nuevas reglas para convertir la inversión extranjera en desarrollo propio.