Europa sigue buscando mejoras a la contaminación del medio ambiente y, por tanto, a la salud de las personas. Y, aunque Bruselas ha reculado bastante con respecto a lo que era el borrador inicial de Euro 7, hay otros aspectos que no ha dejado de tener en cuenta en una normativa paralela.
Hablamos de los elementos cromados, unos detalles muy populares entre los coches, y también algunas motos, porque aportan un toque más deportivo y, a veces, también elegante.
La Unión Europea fue clara ya en 2017 respecto al proceso que se necesita para obtener la sustancia que acaba aportando el tono metálico brillante a piezas como la parrilla delantera del vehículo, el marco de las ventanillas u otros apéndices de tipo decorativo.
Por aquel entonces ya hicieron un llamamiento mediante la directiva REACH para la búsqueda de alternativas al cromado. Ahora, lo que ha llegado ha sido la prohibición de fabricar vehículos que utilicen piezas que pasen por ese proceso.
La razón no es otra que la consideración de que hay un proceso altamente tóxico para conseguir dichas piezas, ya que se utiliza cromo hexavalente, un metal pesado que libera gases tóxicos al trabajar con el mismo. De hecho, se considera responsable de graves enfermedades como el cáncer de pulmón y otros problemas de salud relacionados con el sistema respiratorio.
Se habla de unas emisiones contaminantes de hasta 500 veces superiores a las que genera un motor diésel durante la combustión, con el perjuicio que eso tiene para la salud humana, especialmente para los que están en contacto más directo en las instalaciones en las que se trabaja con la sustancia química.
También hay que hablar del daño que puede hacer al medio ambiente en general, en caso de filtrarse al suelo o incluso al agua de ríos, pantanos o al propio mar abierto.
Si bien no todos los coches llevan piezas cromadas, o incluso algunas marcas han buscado alternativas en forma de otros metales o con materiales naturales mucho más sostenibles, todavía se veían detalles de este tipo últimamente en la industria.
A los que también puede afectar esta decisión es a los vehículos clásicos, cuya restauración implica el proceso de cromado de algunas piezas que han perdido su tono o que están defectuosas, pues en el pasado se usaba de manera más habitual este tipo de elementos. Queda por ver hasta qué punto está permitido en ciertos casos para devolver automóviles del pasado a su estado original.
Con la prohibición del cromado, nos encontramos con una barrera más a sustancias químicas que hasta ahora se usaban a la ligera, sin tener en cuenta las consecuencias. Ha ocurrido también con la purpurina, a la que Europa le puso cerco hace unos meses.
Y Euro 7 se ha olvidado de muchas cosas, pero no de la reducción de las emisiones de los frenos y los neumáticos durante su uso, algo en lo que tendrán que trabajar los fabricantes para lograr los objetivos solicitados.