Un nuevo informe del Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés), publicado en julio de 2025, concluye que los coches eléctricos vendidos en la Unión Europea pueden emitir hasta un 78% menos dióxido de carbono que los coches de gasolina cuando se consideran todas las etapas de su vida útil: desde su fabricación hasta su desecho, pasando por el consumo de energía.
Aunque la producción de un coche eléctrico —especialmente por la fabricación de la batería— genera aproximadamente un 40% más de emisiones que la de un coche con motor de combustión, esta diferencia se compensa rápidamente. Según el estudio, ese "sobrecoste ambiental" se amortiza tras recorrer solo unos 17.000 kilómetros, algo que se alcanza normalmente en el primer o segundo año de uso.
El análisis se centra en comparar las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por vehículos de tamaño medio con diferentes tecnologías: desde coches convencionales de gasolina y diésel hasta modelos híbridos, híbridos enchufables, eléctricos y de hidrógeno.
Uno de los puntos clave del estudio es que se ha calculado el impacto de los coches eléctricos no en función de la situación actual del sistema eléctrico europeo, sino teniendo en cuenta cómo evolucionará en los próximos 20 años —es decir, durante toda la vida útil de un coche nuevo adquirido en 2025.
Esta proyección se basa en datos del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, que prevé una progresiva descarbonización del sistema eléctrico europeo. Esto significa que cada vez habrá más generación de energía a partir de fuentes renovables (como la solar y la eólica), y menos a partir de combustibles fósiles como el carbón o el gas.
Con esa “mezcla eléctrica media estimada” para el periodo 2025–2044, un coche eléctrico emitiría 63 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, lo que supone un 73% menos que un coche de gasolina equivalente, que emite 235 gramos por kilómetro. Si el vehículo eléctrico se alimenta únicamente con electricidad de origen 100% renovable, las emisiones bajan aún más: hasta los 52 gramos por kilómetro, es decir, un 78% menos.
En comparación, los automóviles híbridos reducen las emisiones en torno a un 20% respecto a los de gasolina, y los híbridos enchufables un 30%, aunque su impacto ambiental se incrementa si no se recargan con frecuencia. Los vehículos de hidrógeno solo alcanzan niveles de emisiones similares a los eléctricos si se utiliza hidrógeno producido con electricidad renovable, algo que aún no está disponible a gran escala en Europa.
El estudio también advierte que usar métodos poco precisos para evaluar las emisiones —como asumir una red eléctrica estática sin evolución o no considerar toda la vida útil del vehículo— puede distorsionar los resultados y hacer parecer que los coches eléctricos contaminan más de lo que realmente lo hacen. De hecho, en esas condiciones erróneas, las emisiones de un eléctrico pueden llegar a sobreestimarse hasta en un 64%.
A la luz de estos datos, los autores del informe consideran que eliminar progresivamente la venta de coches nuevos con motor de combustión interna (incluidos los híbridos e híbridos enchufables) a partir de 2035 es una medida necesaria si Europa quiere cumplir sus objetivos climáticos. Y concluyen que solo los automóviles totalmente eléctricos, alimentados por una red cada vez más limpia, ofrecen una reducción real y significativa de las emisiones del transporte por carretera.