La Comisión Europea ha anunciado la inversión de 852 millones de euros en seis proyectos clave de fabricación de baterías para vehículos eléctricos, en un movimiento que busca blindar la competitividad industrial del continente, impulsar el empleo y acelerar la transición hacia una movilidad sin emisiones.
Estas ayudas, canalizadas a través del Fondo de Innovación —financiado con los ingresos del Régimen de Comercio de Emisiones de la Unión Europea—, se destinan a proyectos ubicados en Alemania (dos), Francia (dos), Polonia y Suecia. Todos ellos tienen previsto comenzar a operar antes del año 2030 y cuentan con el respaldo económico tanto para su desarrollo inicial como para su fase operativa. Las subvenciones se irán liberando a medida que se vayan alcanzando los hitos fijados.
El objetivo es claro: reforzar la producción de baterías eléctricas dentro del territorio europeo, reducir la dependencia tecnológica de terceros países y disminuir de forma significativa las emisiones del sector. Según las previsiones de la Comisión, durante la primera década de funcionamiento, estos proyectos evitarán la emisión de alrededor de 91 millones de toneladas de CO₂ equivalente.
Una vez estén plenamente operativos, se espera que estas fábricas sumen una capacidad conjunta de 56 gigavatios-hora (GWh) al año, una cifra clave para abastecer la creciente demanda de vehículos eléctricos en el mercado europeo.
Este impulso coincide con los resultados de un reciente informe de la organización Transport & Environment (T&E), que alerta de las consecuencias de renunciar a los objetivos climáticos de la UE para el sector del automóvil. El estudio advierte que abandonar el compromiso de que, a partir de 2035, todos los coches y furgonetas nuevos sean libres de emisiones, podría suponer la pérdida de hasta un millón de empleos en Europa y el abandono de dos tercios de las inversiones ya planificadas en fábricas de baterías.
El mensaje es contundente: sin una estrategia industrial decidida, Europa no solo pone en riesgo su liderazgo tecnológico, sino también su tejido laboral y económico. Por ello, además de las subvenciones directas, la Comisión ha abierto la puerta a que otros proyectos con alto potencial —pero aún en fase temprana— puedan acceder a apoyo técnico y financiero a través del Banco Europeo de Inversiones.
La firma oficial de los acuerdos de subvención con los promotores seleccionados está prevista para el tercer trimestre de 2025, a través de la Agencia Ejecutiva Europea de Clima, Infraestructuras y Medio Ambiente (CINEA).
Con esta nueva ronda de inversiones, Bruselas envía una señal clara: la electrificación de la movilidad no es solo una cuestión ambiental, sino también un eje estratégico para el futuro industrial de Europa.